Con su atmósfera muy marcada del siglo XIX, este distrito de la capital era un lugar de vacaciones para la aristocracia peruana. Hoy en día, es el distrito de los intelectuales y artistas, con sus coloridos edificios coloniales y sus floridos patios en cada esquina. Aquí no hay edificios altos, todo parece haber permanecido a principios del siglo pasado. Desde el Puente de los Suspiros, desde los acantilados, desde los balcones de las casas antiguas, se puede ver el mar. Recientemente, los jóvenes de moda se han apoderado de esta zona, y los restaurantes y discotecas se han multiplicado. Como resultado, ahora está muy animado, y el ambiente de la noche, aunque muy diferente, es tan agradable como durante el día.